Carlitos visitaba a su abuela. La abuelita vivía en una casa muy elegante
con muchas figuras de porcelana. Mamá
siempre decía—No toques las figuras, Carlitos.
Son delicadas y rompen fácilmente.
Carlitos miró a las figuras con las manos detrás de la espalda.
Un
día, Carlitos vio una figura. La figura
era tan bonita, tan preciosa—él quería tocarla, nada más. El tocó la figura con su dedo— ¡y la figura
rompió en mil pedacitos! Carlitos estaba
muy sorprendido y se asustó mucho. ¿Qué
iba a hacer Mamá?
Carlitos
pensó. Ya que la figura estaba rota, ¿pudo arreglarla? El niño agarró un rollo de cinta adhesiva y
trató de arreglar la figura. Después de
cinco minutos, él sí arregló la figura, aunque no era tan bonita como antes.
Después de un rato, Mamá y Abuelita vinieron a la
sala. Mamá vio la figura de porcelana y
le dijo
-- ¡Lo siento, Mamá!
¡Carlitos rompió tu figura!—
Abuelita le dijo a Mamá
--No te preocupes, Mónica. Carlitos es más precioso que un millón de
figuras de porcelana. —
Ella abrazó a Carlitos y le dijo
--Gracias por arreglar la figura, Carlitos. Te quiero mucho. —
Entonces, ella le dio una palmadita a los pompis.
--¡A jugar, Carlitos! --
Carlitos corrió de la sala. ¡Qué alivio!
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